Botanica Clematide

La clemátide (Clematis vitalba)

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La hierba de los pordioseros, vetiguera en Zaragoza y vigarza en Huesca. El nombre genérico que proviene del griego antiguo klɛmətis, que quiere decir vid, y vitalba, epíteto latino que significa vid blanca.

Es un arbusto trepador con tallos leñosos en la base, macizos y sarmentosos que alcanza la altura de los árboles por los que trepa, crece en suelos calizos en bosques húmedos en setos entre zarzales y majuelos. Las hojas son caducas, salvo en áreas templadas, donde pueden persistir en el invierno, opuestas y compuestas por 5-7 lóbulos más o menos recortados con los que se apoya y sujeta a otras plantas, y por sus flores blancas que en otoño darán unos frutos con un largo apéndice plumoso para facilitar su dispersión por el viento.

Las flores en panícula (racimo), siendo frecuente de 5-10 flores por inflorescencia, cuando se caen los pétalos, los estilos siguen creciendo en la maduración, acabando en una larga pluma de 5-6 cm por fruto.

Toda la planta es tóxica y especialmente las hojas tienen propiedades vesicantes, pero los brotes tiernos pueden consumirse como verdura.

El ganado generalmente no la come, excepto las cabras, que comen sus brotes jóvenes directamente en el campo. El follaje seco pierde la toxicidad, así que lo recolectan y lo guardan como forraje invernal sobre todo para conejos, pero también vacas y burros.

Con tiras del tallo se hacían vencejos para atar los haces de leñao hierba. Otro uso que pueden recordar las personas mayores es el de utilizar de críos, los tallos de clemátide para fumar.

En la antigüedad, los mendigos se frotaban con sus hojas irritantes para producirse llagas en la piel que inspiraran compasión.

Como uso medicinal se ha utilizado la cocción de las hojas para curar las heridas y en emplasto de hojas frescas para curar callos. El destilado preparado recogiendo sobre una botella de vidrio puesta al sol y llena de flores, se recoge y se conserva con un poco de brandy, después unas gotitas de estas van bien para evitar el mareo yendo en coche.

En Sobrarbe (Huesca) se empleaba como remedio mágico, en forma de amuleto, para curar los “chordos” (paperas); con este fin se enroscaba en el cuello un pañuelo con unas hojas frescas dentro.

Una leyenda cuenta que una noche un ruiseñor se quedó cantando sobre una rama junto a la liana de una clemátide y, cuando se hizo de día, ya no va poder levantar el vuelo porque la liana le había envuelto las patas.